La vasija no es una moda
Por Nora Sosa (Tomado de Bohemia)
Ay, mamá Inés, Ay, mamá Inés/ todos los negros tomamos café... dice la canción cubana de Eliseo Grenet, que se hizo tan popular en la primera mitad del siglo XX. Y en la Nueva historia de mamá Inés, contada en cerámica, el reconocido pintor pinareño Pedro Pablo Oliva no solo lleva al barro varios de sus personajes, sino que lo hace introduciéndolos en una gran tasa llena de granos de café, creando así un diálogo con su aroma.
Nueva historia de mamá Inés, contada en cerámica por el reconocido pintor pinareño Pedro Pablo Oliva, lo cual le valió el Premio Especial
Tal imaginativo discurso le valió el Premio Especial del concurso La Vasija, que alternando con el de esculturas e instalaciones, convoca cada dos años el Museo Nacional de Cerámica Contemporánea de Cuba, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Tanto las obras premiadas, que se incluyen dentro del total de 54 piezas de 47 concursantes, como las otras, seleccionadas para integrar la exposición abierta al público en el Salón Blanco del antiguo convento de San Francisco de Asís, tienen en común la presencia del recipiente, del contenedor, elemento utilitario ligado al origen del hombre.
Recordemos también que la vasija estuvo especialmente vinculada al movimiento de cerámica artística iniciado en los años 50 del siglo XX por personalidades de la plástica cubana, de la talla de Wifredo Lam, René Portocarrero, Mariano Rodrguez y Amelia Peláez.
"La vasija no es una moda, sino algo que siempre está ahí", manifestó al respecto Glaucia Basulto, ceramista miembro del jurado, de quien también se exhiben obras agrupadas a manera de una muestra personal, en el Salón Blanco.
Entre las posibles interpretaciones alegóricas de este recipiente en la contemporaneidad, se encuentra una de las piezas más complejas de la muestra, ¿Dónde está la orilla?, de la villaclareña Judith Valdés Gómez, primer premio en instalación, junto a Ángel Rogelio Oliva.
Ay, mamá Inés, Ay, mamá Inés/ todos los negros tomamos café... dice la canción cubana de Eliseo Grenet, que se hizo tan popular en la primera mitad del siglo XX. Y en la Nueva historia de mamá Inés, contada en cerámica, el reconocido pintor pinareño Pedro Pablo Oliva no solo lleva al barro varios de sus personajes, sino que lo hace introduciéndolos en una gran tasa llena de granos de café, creando así un diálogo con su aroma.
Nueva historia de mamá Inés, contada en cerámica por el reconocido pintor pinareño Pedro Pablo Oliva, lo cual le valió el Premio Especial
Tal imaginativo discurso le valió el Premio Especial del concurso La Vasija, que alternando con el de esculturas e instalaciones, convoca cada dos años el Museo Nacional de Cerámica Contemporánea de Cuba, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Tanto las obras premiadas, que se incluyen dentro del total de 54 piezas de 47 concursantes, como las otras, seleccionadas para integrar la exposición abierta al público en el Salón Blanco del antiguo convento de San Francisco de Asís, tienen en común la presencia del recipiente, del contenedor, elemento utilitario ligado al origen del hombre.
Recordemos también que la vasija estuvo especialmente vinculada al movimiento de cerámica artística iniciado en los años 50 del siglo XX por personalidades de la plástica cubana, de la talla de Wifredo Lam, René Portocarrero, Mariano Rodrguez y Amelia Peláez.
"La vasija no es una moda, sino algo que siempre está ahí", manifestó al respecto Glaucia Basulto, ceramista miembro del jurado, de quien también se exhiben obras agrupadas a manera de una muestra personal, en el Salón Blanco.
Entre las posibles interpretaciones alegóricas de este recipiente en la contemporaneidad, se encuentra una de las piezas más complejas de la muestra, ¿Dónde está la orilla?, de la villaclareña Judith Valdés Gómez, primer premio en instalación, junto a Ángel Rogelio Oliva.
Judith toma como centro una canoa que porta posibles rezagos de un naufragio, cuando tributa al mundo real y de los sueños su poético discurso; mientras, en Paradoja, Ángel Rogelio Oliva, según el jurado, "da lecciones de oficio y densidad conceptual", para abordar el grave problema de la desertificación y destrucción del medio natural.
También hubo dos segundos premios en esta categoría; uno, para el reconocido ceramista matancero Osmany Betancourt Falcón, con Estilo propio, obra donde "extrae de lo cotidiano, la trascendencia que reclama el arte", y el otro para Carlos E. Prado Herrera, otro joven también con una reconocida trayectoria, por su pieza Taza real.
Vale señalar cómo en el interés de mantener y renovar la tradición, la convocatoria al concurso revalorizó categorías vinculadas al tema central.
"Se trata de dos vasijas inseparables", expresó a Lesbia Méndez, directora del Centro Hispanoamericano de Cultura y miembro del jurado, sobre Vacío compartido, de Pedro Cantero, acreedor al premio Conjunto de Vasijas. Y en cuanto a la categoría Vasija, el ganador Gilberto Gutiérrez Amat, podemos decir que concreta eficazmente "esa especie de metáfora sensual que comunica" con Belle époque.
También hubo dos segundos premios en esta categoría; uno, para el reconocido ceramista matancero Osmany Betancourt Falcón, con Estilo propio, obra donde "extrae de lo cotidiano, la trascendencia que reclama el arte", y el otro para Carlos E. Prado Herrera, otro joven también con una reconocida trayectoria, por su pieza Taza real.
Vale señalar cómo en el interés de mantener y renovar la tradición, la convocatoria al concurso revalorizó categorías vinculadas al tema central.
"Se trata de dos vasijas inseparables", expresó a Lesbia Méndez, directora del Centro Hispanoamericano de Cultura y miembro del jurado, sobre Vacío compartido, de Pedro Cantero, acreedor al premio Conjunto de Vasijas. Y en cuanto a la categoría Vasija, el ganador Gilberto Gutiérrez Amat, podemos decir que concreta eficazmente "esa especie de metáfora sensual que comunica" con Belle époque.
El Premio Ópera Prima, establecido para estimular a un creador joven o de un currículo limitado en el terreno de la cerámica artística, recayó en Ismary González Cabrera. Ella es una artista de amplio quehacer en otras manifestaciones como la pintura y la escultura, que fue galardonada ahora por la obra Vida, un caleidoscopio inspirado en la vasija.
En el rubro de Paneles, Jorge A. Jacas Vivanco se hizo acreedor del premio con dos cuadros en arcilla roja y esmaltes que con el título de Convivencia, "consigue un magnífico juego de factores de diversa densidad estructural y considerable eficacia plástica".
Un aspecto interesante es la representación, entre los distinguidos, de creadores de otras provincias, además de la capital, tales como Villa Clara, La Habana, Matanzas, Santiago de Cuba y Camagüey.
Cabría preguntarse qué relación tiene la vasija con los paneles; y es la museóloga Ana Ibis Rivero quien nos trae de nuevo a la historia, al recordar cómo las primeras realizaciones del grupo promotor de la cerámica artística en Cuba, durante los años 50 del siglo XX, incluía –paralelamente a la ornamentación de vasijas– también la creación de murales, a través de la decoración de azulejos, una tradición que tiene sus antecedentes en la etapa colonial y se extendió a la arquitectura citadina del siglo XX.
En el rubro de Paneles, Jorge A. Jacas Vivanco se hizo acreedor del premio con dos cuadros en arcilla roja y esmaltes que con el título de Convivencia, "consigue un magnífico juego de factores de diversa densidad estructural y considerable eficacia plástica".
Un aspecto interesante es la representación, entre los distinguidos, de creadores de otras provincias, además de la capital, tales como Villa Clara, La Habana, Matanzas, Santiago de Cuba y Camagüey.
Cabría preguntarse qué relación tiene la vasija con los paneles; y es la museóloga Ana Ibis Rivero quien nos trae de nuevo a la historia, al recordar cómo las primeras realizaciones del grupo promotor de la cerámica artística en Cuba, durante los años 50 del siglo XX, incluía –paralelamente a la ornamentación de vasijas– también la creación de murales, a través de la decoración de azulejos, una tradición que tiene sus antecedentes en la etapa colonial y se extendió a la arquitectura citadina del siglo XX.
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