Orihuela: 80 años contra viento y marea
Por Norge Céspedes Díaz
Foto: Elsa Galup
Con 80 años casi recién cumplidos (nació el 29 de octubre de 1926), el artesano matancero Luis Orihuela todavía se mantiene vital, fresco e imaginativo como un niño o, mejor, como la propia naturaleza que le ha permitido corporeizar sueños creadores facilitándole, década tras década, las sorprendentes fibras de la Caña de Castilla, de la Caña Brava y del bejuco de Guaniquiqui.
Ahora su plenitud como artista se ha vuelto a reafirmar con Ochenta contra viento y marea, una exposición en la que reunió más de 30 obras, confeccionadas en los últimos tiempos con los materiales con que habitualmente labora, y poseedoras de una gran diversidad que va desde cestos, cunas y juegos de mueble hasta floreros, lámparas, abanicos y adornos diversos.
En la muestra, que permaneció del 20 al 30 de octubre en una de las galerías de la filial de la ACAA en la provincia de Matanzas, se pudo apreciar también otra de las peculiaridades de Luis Orihuela: su gracia e ingeniosidad como poeta popular que se inspira a partir de su propio oficio de artesano. Así, al lado de una cuna se leía esta décima:
Ahora su plenitud como artista se ha vuelto a reafirmar con Ochenta contra viento y marea, una exposición en la que reunió más de 30 obras, confeccionadas en los últimos tiempos con los materiales con que habitualmente labora, y poseedoras de una gran diversidad que va desde cestos, cunas y juegos de mueble hasta floreros, lámparas, abanicos y adornos diversos.
En la muestra, que permaneció del 20 al 30 de octubre en una de las galerías de la filial de la ACAA en la provincia de Matanzas, se pudo apreciar también otra de las peculiaridades de Luis Orihuela: su gracia e ingeniosidad como poeta popular que se inspira a partir de su propio oficio de artesano. Así, al lado de una cuna se leía esta décima:
La cuna que yo tenía,
hecha de caña y arique,
que colgaba del tabique
de la choza que vivía.
Plácidamente dormía
en el rítmico vaivén.
Yo siempre me sentí bien.
Como sinsonte en su rama
fue mi cuna, mi cama
y mi columpio también.
hecha de caña y arique,
que colgaba del tabique
de la choza que vivía.
Plácidamente dormía
en el rítmico vaivén.
Yo siempre me sentí bien.
Como sinsonte en su rama
fue mi cuna, mi cama
y mi columpio también.
Para complementar a Ochenta contra viento y marea, en otra de las galerías de la filial matancera de la ACAA se montó una exposición colectiva, en la que se agruparon obras de varios artesanos reconocidos que, honor a quien honor merece, decidieron rendirle homenaje a ese gran artista de la cestería y del trabajo con las fibras.
La trayectoria de Luis Orihuela es bien larga. Empezó en la década del 30 del pasado siglo, en Triunvirato, el poblado de la provincia de Matanzas donde nació y vivió durante muchos años junto a su familia. Restituto, su hermano mayor, aprendió a tejer las fibras en casa de una tía y luego él mismo le enseñó a Luis y a los demás hermanos.
Desde entonces su camino como artesano anduvo en ascenso. Fue fundador de la ACAA e incluso durante un periodo llegó a fungir como presidente de filial provincial de la ACAA. En marzo de 1972 realizó la que se conoce como la primera exposición de cestería en la provincia de Matanzas. Ganó, además, premios importantes y su buen quehacer se ha visto en muestras personales o colectivas. Ochenta contra viento y marea es, en cierta manera, un resumen de toda esta gran obra que ha desarrollado, de los conocimientos y habilidades que ha adquirido como los buenos artesanos, a base de experiencias, de trabajo diario.
La trayectoria de Luis Orihuela es bien larga. Empezó en la década del 30 del pasado siglo, en Triunvirato, el poblado de la provincia de Matanzas donde nació y vivió durante muchos años junto a su familia. Restituto, su hermano mayor, aprendió a tejer las fibras en casa de una tía y luego él mismo le enseñó a Luis y a los demás hermanos.
Desde entonces su camino como artesano anduvo en ascenso. Fue fundador de la ACAA e incluso durante un periodo llegó a fungir como presidente de filial provincial de la ACAA. En marzo de 1972 realizó la que se conoce como la primera exposición de cestería en la provincia de Matanzas. Ganó, además, premios importantes y su buen quehacer se ha visto en muestras personales o colectivas. Ochenta contra viento y marea es, en cierta manera, un resumen de toda esta gran obra que ha desarrollado, de los conocimientos y habilidades que ha adquirido como los buenos artesanos, a base de experiencias, de trabajo diario.
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