El Artesano Digital

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jueves, agosto 18, 2011

Los signos de Sergio Roque


Por Gaudencio Rodríguez Santana


Las diversas maneras que emplea Sergio Roque de manifestarse tienen la única condición de una visualidad que busca los volúmenes. Cada trazo del dibujo, cada figura modelada en barro, quiere trasladar un significado al cuerpo, en el cual la curvatura, desde la suavidad desea la imagen voluptuosa, algo agresiva a veces, que recrea los signos del cuerpo.

Muchas veces Sergio se vale del desnudo, básicamente el torso femenino, los límites de una curva compleja que en el cuerpo de la mujer hace significativos los senos y los glúteos. Esa mirada provocadora no solo estimula lo erótico. También establece ciertas conjeturas con el cuerpo. Pero además retuerce la imagen desde posturas, desde vuelcos y maneras que plantean una desnaturalización de esa imagen.

Las figuras de Roque, desde los significados plásticos, muestran entonces esquemas. Son trazos esenciales que se agitan ante nuestros ojos. Esquemas y trazos como recursos de una voluptuosidad traducida para verse. Y, también, ¿por qué no?, para “palparse” desde la imaginación con que los ojos envuelven cada una de las piezas.

Sergio comparte un conjunto de criterios que nacen de la academia, aunque hay que señalar que ese rostro representado, ese cuerpo, sirve para ubicarnos en una suerte de distribución de esencias, de mensajes que el espectador hace suyos. La puesta no es espectacular, sino de intimismo que descubre los más insospechados reclamos que hacer. Desde sus mujeres algo gruesas, a lo Rubens, hay un canto a una belleza femenina otra, a un traducir al lienzo lo que en el barro es más alígero.

Sergio Roque construye el mundo desde el centro de todas sus preocupaciones como creador. A partir de ese color y esas líneas entabla diálogo con quienes nos enfrentamos a sus lienzos, a sus esculturas. Abre una hendija donde re-descubrir el cuerpo femenino, el aire sensual y las nuevas coordenadas del volumen, de la figura de la mujer re-construida, nueva personal, y con ese signo de nobleza ofrece el rostro personal de su modo de hacer.

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